domingo, 2 de septiembre de 2012

¿Por qué educar a nuestras mascotas?

A pesar de que cada vez las personas luchamos más por los derechos de nuestros animales, nos hacemos más conscientes de que tienen necesidades físicas y sociales, los queremos más y los hacemos parte de nuestra familia como se hace en la mayor parte de Europa, todavía me sorprende que haya personas que aún queriéndolos tanto no caigan en que educar a un perro es algo que se TIENE que hacer, ya sea a través de un profesional o bien uno mismo, tras haber leído o haberse formado.

Curiosamente, los perros que más educados están (por norma general) son los que en teoría son más "peligrosos". Sin embargo, los perros pequeños que no saben comportarse tienen la eterna excusa de ser así al pertenecer a una raza muy "antipática", cuando la diferencia real es que unos han sido educados y otros no.

Y es que los perros no nacen sabiendo, de hecho con lo único que sale el cachorro de fábrica es con algunos reflejos. Entre los más importantes están el de mamar y el reflejo de Rooting (dirigirse a la fuente de calor, normalmente la madre). A partir de ahí todo es aprendizaje. Está claro que como dice el educador canino en positivo Jaime Vidal (Santi) "nosotros no enseñamos al perro a sentarse, él ya sabe hacerlo. Lo que le enseñamos nosotros es hacerlo a la orden"

Pero la educación canina no es simplemente que el perro realice unas cuantas o muchas habilidades a la orden. Un perro educado, además de realizar estas órdenes que nos sirven en momentos claves para controlarlo, debe saber comportarse en diferentes situaciones como: quedarse solo en casa, viajar en coche, ir al veterinario, ir a la peluquería, pasear por diferentes lugares donde haya más perros y personas, etc.

Me sorprende ir por la calle paseando con Osita y ver que a diez metros una señora está cogiendo del arnés a su perro, y que al llegar a su altura el animal se transforma en un "gremlin" rabioso. ¿Eso es vida para un perro?¿Y para su propietario? Vivir así una media de 15 años no debe de ser fácil ni agradable.

La educación no ha de hacerse con castigos, sino premiando aquellas conductas que nos gustan e ignorando las indeseadas. Por lo general todos obedecemos a la ley del mínimo esfuerzo y si un perro no obtiene beneficio (ya sea en forma de premio o castigo) de un comportamiento, ¿Para qué volver a realizarlo? Ellos sólo harán aquello que les funciona.

Al decidir educar a un perro, aprenderemos muchas cosas, ya sea leyéndolas o porque el/la educador/a nos las explique. No hay nada mejor que el brindarnos la oportunidad de ver cuales eran nuestros aciertos y nuestros fallos, permitiéndonos la oportunidad de enmendarlos. Nos daremos cuenta de que la clave es la claridad y la constancia, pero no todo es que el perro haga en cada momento lo que toca como un robot, nosotros también tenemos que entender que hay cosas que él necesita y es nuestro deber proporcionarle las oportunidades para que lo haga.

La educación empieza desde cachorrito, con la socialización, y termina... ¡Nunca!, tanto ellos como nosotros estamos siempre aprendiendo. Un perro con una buena socialización y una educación en positivo es más seguro de sí mismo, confía en su propietario y el vínculo que hay entre los dos es más fuerte. Cada uno disfruta del otro más que si hubieran malos comportamientos por ambas partes.

En definitiva, un perro educado es más feliz, nosotros somo más felices con él y nuestros vecinos también ;-)

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